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A nuestra manera


En un rincón sereno de campo y cielo abierto, allí donde el viento acaricia la tierra con respeto, late el corazón de Valdeherreros Alto, nuestro hogar y el de todos los caballos que aquí nacen y crecen. No es solo una finca. Es un refugio de historia y futuro, donde cada decisión —desde el cultivo del cereal hasta la elección del semental— se toma pensando en el bienestar del caballo.

Criamos sin prisas, dejando que el tiempo modele el cuerpo y el entorno forje el carácter. Aquí, la libertad no es un concepto: es el primer maestro de nuestros potros. Nuestra filosofía nace del respeto, se nutre de la observación y se reafirma cada vez que un nuevo ejemplar lleva consigo la nobleza, el temple y la belleza que soñamos desde el principio. Porque criar no es producir. Es acompañar una vida, escuchar la genética, y honrar la raza.

Cada potro que nace es una promesa. Promesa de nobleza, de equilibrio, de belleza serena y fuerza contenida. No buscamos solo cuerpos armónicos ni linajes ilustres, buscamos alma, esa que se intuye en la mirada, la que responde al trato, la que se entrega sin reservas.

Seleccionamos con paciencia, con respeto al origen y visión de futuro. Apostamos por la pureza del movimiento, por la funcionalidad que exige el jinete moderno, sin renunciar al sello clásico del Pura Raza Española.

No hay prisa en nuestra filosofía, solo constancia, instinto y un amor antiguo por esta raza inmortal. Porque cada caballo que criamos es reflejo fiel de nuestro compromiso y de nuestros sueños.

En Valdeherreros Alto, el tiempo sigue el ritmo del galope. Aquí, los potros crecen bajo el cielo abierto, libres entre cercados amplios, fuertes en cuerpo y alma antes de que llegue el momento de aprender el arte del trabajo.

La tierra se siembra pensando en ellos: el cereal crece donde hará más bien, el barbecho descansa cuando la naturaleza lo pide. Todo gira en torno a su equilibrio, porque su bienestar es nuestra brújula.

Y cuando llega la hora de guiar sus pasos, les esperan instalaciones jóvenes, pensadas para su comodidad, donde cada rincón ha sido creado para respetar su esencia y acompañar su crecimiento con cuidado y dignidad.

Así criamos en Yeguada Molero Malo: con la libertad como origen, y el respeto como camino.

Y cuando llega la hora del trabajo, les aguardan espacios nuevos, serenos, pensados con mimo. Instalaciones nacidas del respeto, donde cada detalle busca su comodidad, calma y confianza, entre ellas: 

  • Un picadero al aire libre.
  • Una pista de doma reglamentaria al aire libre.
  • Una pista de doma cubierta.
  • Quince boxes interiores.
  • Corraletas exteriores.
  • Tres Boxes adaptados como parideras.
  • Dos potros para la exploración veterinaria.
  • 800 m2 de naves para yeguas.
  • 400m2 de naves para potros.
  • 700m2 de graneros y pajares.
  • Guadarnés.
  • Duchas cubiertas.
  • Duchas exteriores.